martes, 15 de septiembre de 2015

Día Mundial de Prevención del Suicidio

por Beatriz Rey Tilve

Fotografía: Miguel Morales

Este 10 de septiembre, con motivo del Día Mundial de Prevención del Suicidio, acudimos a una charla que organizaba el Movemento de Saúde Mental y los datos son realmente alarmantes. Nos han dicho que por cada muerto en accidente de tráfico hay 3 suicidios. Hay casi un muerto diario por suicidio, y Galicia registra una de las tasas más altas a escala nacional. Llama la atención que casi las tres cuartas partes de las víctimas son hombres y que éstos suelen intentarlo entre la tercera y cuarta década de su vida. En cambio, las mujeres lo intentan a partir de los 70.
En Galicia el ahorcamiento suele ser el método más usado. Sin embargo, entre mujeres ya se han registrado muertes por arma blanca y de fuego.
Estamos ante un problema realmente grave y al que no se le presta la debida atención. Porque sería posible evitar muchas de estas muertes.
Ourense es la única provincia gallega que registra un decremento de la actividad suicida, y esto probablemente se deba a que es la única provincia que tiene un programa piloto de prevención del suicidio.


Fotografía: Miguel Morales

Los usuarios del Hospital de Día de Psiquiatría de Conxo en Santiago nos dieron una guía para detectar señales que pueden alertarnos de un posible suicidio y que son:

. Pérdida de interés en actividades que antes resultaban placenteras para el sujeto.
. Comportamientos autodestructivos, como consumir alcohol en exceso o drogas ilícitas.
. Apartarse de los amigos o no querer salir.
. Cambiar hábitos de sueño y alimenticios.
. Sufrimiento psíquico intenso (angustia, depresión)
. Pérdida del sentido de la vida y de valores
. Sentimientos y verbalizaciones de fracaso
. Cambios bruscos de humor
. Deseos de morir
. Abandono del cuidado personal
. Preocupación sobre el dinero y enfermedades reales o imaginarias
. Sentimientos abrumadores de culpa, vergüenza y odio hacia sí mismo
. Pérdida de esperanza en el futuro
. Elaboración de un plan de suicidio

Ante estas señales es necesario acudir a un profesional o por lo menos, a una persona de confianza para poder hablar sobre ello. Y lo más importante: dejarse ayudar
Enlace de interés: http://www.humanium.org/es/suicidio-infantil/

En el siguiente cuadro aparecen reflejados una serie de mitos atribuidos al hecho suicida y su contraste con la realidad.

 
MITO
REALIDAD
Los que quieren suicidarse no lo dicen, lo hacen
La mayoría de las personas que se suicidan suelen avisar de sus intenciones con antelación. Es necesario estar atento a las señales para actuar a tiempo.

El que intenta suicidarse, sólo quiere llamar la atención
El que intenta suicidarse está buscando matarse porque no encuentra una salida a su situación.

Todo el que se suicida o lo intenta, tiene un problema de salud mental
La mayoría de las personas que se suicidan padecen algún tipo de problema de salud mental, pero no están atendidas. Sin embargo, no todas presentan un trastorno identificable.

Hablar sobre el suicidio puede incitar a que lo haga
Hablar sobre las intenciones de suicidio puede ayudar a evitarlo.

El que intenta suicidarse es un cobarde o un valiente
Ni lo uno ni lo otro. Las personas que recurren al suicidio son personas que sufren intensamente y no le ven solución.

Los niños no se suicidan http://www.humanium.org/es/suicidio-infantil/

Aunque suele ser un tema tabú en la mayoría de los países, los niños también se suicidan.


martes, 8 de septiembre de 2015

Elogio de la melancolía

por Roberto del Río


Fotografía Miguel Morales
A pesar del sol radiante en el momento en que escribo esto, pronto llegará el otoño. Es algo que concierne al inexorable paso del tiempo, y contra eso nada puede hacerse. Los días se acortan como se acorta la distancia hasta el instante del cambio de estación. Algo que aún no percibimos ocurre en las hojas de algunos árboles, que parece que pierden fuerza al asirse a las ramas. Sumidos en la inercia del verano, los colores que aún conserva nuestra retina evolucionan hacia matices amarillentos y grises; y una lija finísima desgasta el brillo cegador con que las cosas reflejan el exceso de luz.
Es lo que corresponde ahora y es sublime, como lo eran las noches a cuerpo en una terraza aunque en la cama sudásemos la gota gorda; y lo es en este momento en que ya hay que ponerse una chaqueta al caer la tarde y subir el embozo para dormir.

Foto: Miguel Morales
Y de pronto, como saliendo de un traspiés, nos cubrirá un cielo plomizo. Y alguien a tu lado, quizá tu propia voz, dirá: “qué tristeza”. Algo más que brisa removerá en torbellino un colchón de hojas muertas, y si tienes edad suficiente o has investigado en la música francesa tal vez recuerdes el tema que popularizó Yves Montand , “Les feuilles mortes", un standar de la tristeza como también lo es del jazz. Una nube más espesa que las del cielo puede envolverte y hacer que te sientas como en una jaula: y para muchos -aunque no para mí- esa nube opresiva y pesada se llama melancolía.
Las matemáticas del calendario nos conducen al inminente otoño. Algunos ánimos se tambalean porque la luz llega en modo ahorro de batería, y los del ánimo tambaleante prefieren ser deslumbrados. Yo no. El verano no es el único menú ni la risa la única expresión de tus emociones.
Te invito al escalofrío, a la música de tus pasos sobre la alfombra otoñal, al technicolor en las copas de los arces y a la boca abierta de asombro. Te invito a hacer escalas para reflexionar sobre tus pasos y apreciar los detalles menos evidentes del paisaje: a eso, que no es una jaula o nube opresora, le llamo yo melancolía.


Foto: Miguel Morales
¿Podemos imaginar un ser crónicamente saciado -sin hambre ni sed ni sueño-, insensible a las variaciones de temperatura e instalado en una interminable alegría? No envidio a estos ejemplares, de existir, pues creo que experimentar altibajos es bueno. Nos ayuda a aprender, a adaptarnos, nos hace más completos como personas y nos ofrece una perspectiva más amplia y auténtica del mundo.
Y ahí, al mundo, he lanzado mi mirada bajo la inspiración de la melancolía; y a la vuelta se abre camino hacia mi conciencia donde se agazapan mis perplejidades. Algo más que brisa remueve las hojas muertas mientras mi memoria reproduce el clásico estándar del jazz y de la tristeza que cantaba Montand. Y bajo el remolino aparece una castaña. Es sublime. 

Foto: Miguel Morales




martes, 1 de septiembre de 2015

Kilómetro indeterminado

por Roberto del Río


Fotografía: Miguel Morales


¿Cómo se debería plantear la primera idea de un blog que comienza? Después de visitar alguno que otro he llegado a una conclusión: no hay normas establecidas. El clásico “bienvenidos a mi blog”, siendo frecuente ya no lo es tanto, quizá porque ha pasado de moda o se nos rompió la cita de tanto usarla, y perdón por el tópico. Así que empezaré como si me plantase de golpe en la mitad del viaje, contradiciendo a quienes dicen que todo viaje empieza por un primer paso. Naturalmente, cualquiera me puede contradecir también a mí diciendo que lo de creer que he comenzado con carrerilla en mitad de algún punto es una ilusión. Sea como fuere, bienvenidos a este kilómetro indeterminado.


Foto: Miguel Morales
Pretendemos hacer un blog ecléctico: que beba en mil fuentes. Un blog de psicología donde ésta sea un cruce de caminos, suponiendo que pueda dejar de serlo en algún momento. Y por eso se hablará de todo un poco. No por una intención deliberada de apartarnos del campo donde esta página pretende desarrollarse, sino porque al igual que es imposible escabullirse de la política -por mucho que digas “no me gusta”- tampoco se puede uno zafar de la psicología, pues el campo de la psicología es ese del que dicen que no se le puede poner puertas. La psicología está presente hasta en el desayuno que programas, en la longitud del flequillo, si lo llevas, o en su ausencia, en la gestión de cada segundo de tu vida, en el número de sonrisas por unidad de tiempo o en tu respuesta emocional a la lluvia. Lo que decía, de todo un poco y un poco de todo. Así pues, desde este kilómetro indeterminado, saludos a todos y gracias por estar aquí, como decía Miguel Ríos a los hijos del rock and roll en su inolvidable canción Bienvenidos. Hasta muy pronto.