miércoles, 30 de diciembre de 2015

El aceite de coco y la memoria


Fotografía Miguel Morales

por Roberto del Río

En los últimos tiempos se ha abierto una interesante línea de investigación para tratar los problemas asociados al deterioro de la memoria. La medicina que según estas investigaciones podría significar una esperanza para enfermos de Alzheimer no es un complejo fármaco sintético con sus típicos efectos secundarios, sino un alimento natural consumido tradicionalmente en muchas partes del mundo: el aceite de coco. Resultados muy esperanzadores sugieren que el aceite de coco podría prevenir la aparición de trastornos de memoria así como ayudar a recuperar capacidades perdidas; y, si no a detener, sí a hacer más lento el curso de la enfermedad si ésta ya se hubiese manifestado. 

¿Sirve cualquier aceite de coco? No. El único con potencial terapéutico es el aceite virgen y de primera presión en frío, por tanto no hay ni que considerar el uso de aceites hidrogenados o parcialmente hidrogenados, tan comunes en la industria alimentaria. Ese tipo de grasas (grasas trans) suponen una variación de la estructura molecular del auténtico aceite y son muy perjudiciales para la salud.
¿Por qué el aceite de coco?  Todas las células del cuerpo, también las cerebrales, necesitan glucosa para su funcionamiento. La glucosa actúa como combustible y se obtiene de los alimentos. Pero en el Alzheimer y otras enfermedades degenerativas los receptores de las células cerebrales no responden a la insulina, con el resultado de que las células se ven privadas de alimento y mueren.
Ya en los años 60 el doctor George Cahill descubrió que las neuronas pueden utilizar cetonas como alimento alternativo a la glucosa. Se piensa que las cetonas cumplen en el cerebro una función adaptativa similar a los acúmulos de grasa en otros lugares del cuerpo. Si la glucosa escasea o no se puede aprovechar, las cetonas serían capaces de proveer directamente de combustible a las neuronas sin intervención de la insulina.

Foto Miguel Morales

Y es aquí donde, gracias a su composición rica en triglicéridos de cadena media (MCT), el aceite de coco puede resultar útil. El aceite de coco, con un 60% de MCT, es una de las pocas fuentes naturales de esa grasa saludable, que se convierte en cetonas en el organismo para su uso inmediato. Una dieta con aceite de coco proveería de alimento a las células cerebrales desnutridas por falta de glucosa y contribuiría a su recuperación. Una dosis terapéutica adecuada se estima entre dos y seis cucharadas al día repartidas entre las comidas (suponiendo que ya se haya declarado la enfermedad). 

Fotografía: Miguel Morales

El aceite de coco natural ha sido consumido a lo largo de miles de años por determinadas poblaciones que, por cierto, suelen gozar de una excelente salud, con bajísima incidencia en enfermedades cardiovasculares y en demencias. 
Para quien desee profundizar más en este tema recomendamos el siguiente artículo de la Dra. Mary Newport “¿Qué tal si ya existiera la cura para la enfermedad de Alzheimer y nadie lo supiera?”, donde se refiere el curso de la enfermedad de Alzheimer de su marido y su mejoría con el aceite de coco.
Pinchar en el enlace para leer el artículo.


No acaban aquí las propiedades del aceite de coco, pero al no ser tema de esta entrada las dejaremos para otro día. Anticipemos al posible consumidor que este aceite está riquísimo, y en la cocina se presta a un sinfín de elaboraciones -tanto dulces como saladas-, por lo que a nadie le resultará un sacrificio tomarlo. 



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