Fotografía Miguel Morales |
por Roberto del Río
En los
últimos tiempos se ha abierto una interesante línea de investigación para
tratar los problemas asociados al deterioro de la memoria. La medicina que
según estas investigaciones podría significar una esperanza para enfermos de
Alzheimer no es un complejo fármaco sintético con sus típicos efectos
secundarios, sino un alimento natural consumido tradicionalmente en muchas
partes del mundo: el aceite de coco. Resultados muy esperanzadores sugieren que
el aceite de coco podría prevenir la aparición de trastornos de memoria así
como ayudar a recuperar capacidades perdidas; y, si no a detener, sí a hacer
más lento el curso de la enfermedad si ésta ya se hubiese manifestado.
¿Sirve cualquier aceite
de coco? No. El único con potencial terapéutico es el aceite virgen y de
primera presión en frío, por tanto no hay ni que considerar el uso de aceites
hidrogenados o parcialmente hidrogenados, tan comunes en la industria
alimentaria. Ese tipo de grasas (grasas trans) suponen una variación de la
estructura molecular del auténtico aceite y son muy perjudiciales para la
salud.
¿Por qué
el aceite de coco? Todas las células
del cuerpo, también las cerebrales, necesitan glucosa para su funcionamiento.
La glucosa actúa como combustible y se obtiene de los alimentos. Pero en el
Alzheimer y otras enfermedades degenerativas los receptores de las células
cerebrales no responden a la insulina, con el resultado de que las células se
ven privadas de alimento y mueren.
Ya en los
años 60 el doctor George Cahill descubrió que las neuronas pueden utilizar
cetonas como alimento alternativo a la glucosa. Se piensa que las cetonas
cumplen en el cerebro una función adaptativa similar a los acúmulos de grasa en
otros lugares del cuerpo. Si la glucosa escasea o no se puede aprovechar, las
cetonas serían capaces de proveer directamente de combustible a las neuronas
sin intervención de la insulina.
Foto Miguel Morales |
Y es aquí
donde, gracias a su composición rica en triglicéridos de cadena media (MCT), el
aceite de coco puede resultar útil. El aceite de coco, con un 60% de MCT, es
una de las pocas fuentes naturales de esa grasa saludable, que se convierte en
cetonas en el organismo para su uso inmediato. Una dieta con aceite de coco
proveería de alimento a las células cerebrales desnutridas por falta de glucosa
y contribuiría a su recuperación. Una dosis terapéutica adecuada se estima
entre dos y seis cucharadas al día repartidas entre las comidas (suponiendo que
ya se haya declarado la enfermedad).
Fotografía: Miguel Morales |
El aceite de coco natural ha sido consumido a lo largo de miles de años por determinadas poblaciones que, por cierto, suelen gozar de una excelente salud, con bajísima incidencia en enfermedades cardiovasculares y en demencias.
Para quien
desee profundizar más en este tema recomendamos el siguiente artículo de la Dra. Mary Newport
“¿Qué tal si ya existiera la cura para la enfermedad de Alzheimer y nadie lo
supiera?”, donde se refiere el curso de la enfermedad de Alzheimer de su marido y
su mejoría con el aceite de coco.
Pinchar en
el enlace para leer el artículo.
No acaban aquí las propiedades del aceite de coco, pero al no ser tema de esta entrada las dejaremos para otro día. Anticipemos al posible consumidor que este aceite está riquísimo, y en la cocina se presta a un sinfín de elaboraciones -tanto dulces como saladas-, por lo que a nadie le resultará un sacrificio tomarlo.
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