Fotografía: Miguel Morales |
por Beatriz Rey Tilve
Precisamos un
camino de vuelta a casa, un camino de reconexión con la naturaleza, un camino
que no pase por el discurso, la razón o el cálculo. Tenemos que volver a los
sentidos, oler, gustar, sentir, no por hedonismo sino por reverencia, por
asombro a la creación. Basta de discursos, se trata de vivir, se trata de
hacer.
El hombre,
condenado a buscar significados que nunca encuentra, atormentado por la duda de
su existencia, sólo puede encontrarse si antes se ha perdido.
De eso trata la Neurosis, de un largo camino a casa y
de cómo nos perdimos en el bosque. Para entenderla debemos renunciar a las explicaciones
teóricas o racionales, pues ese es uno de los caminos responsables de nuestro
extravío. Por eso apelamos a la intuición, al pensamiento paradójico, a las
sensaciones…
Las personas como
las plantas, crecen donde pueden, aún entre las rocas; crecen en relación a un
contexto, a un ambiente, crecen a veces resistiendo, a veces entregándose, pero
siempre confirmando y recreando su mundo. El dolor contrae y el placer expande,
es el ritmo natural de la vida. Quien vive con dolor vive contraído, quien vive
contraído da el dolor por descontado. Quien construye una fortaleza necesita
justificarla y el mundo se llena de invisibles enemigos.
Fotografía: Miguel Morales |
Lo malo no es defenderse,
sino vivir defendido. Lo malo es no poder seguir la pulsación vital de abrir y
cerrar, de abrirnos a la experiencia y cerrarnos cuando sea necesario.
Malo es todo lo que
es ‘siempre’ o lo que es ‘nunca’, pues todo lo rígido y repetitivo es símbolo de
muerte. La flexibilidad es símbolo de vida.
La neurosis es,
pues, una respuesta estereotipada. Es un tiempo congelado, un gesto detenido.
Es el ‘como sí’, el como si aún las cosas fueran como fueron. Y ese
congelamiento, esa posición, configuran toda una visión, una experiencia y una
expectativa del mundo y del sí mismo: una identidad.
Resumen de unas páginas del libro Gestalt, Zen y la inversión de la caída de Alejandro
Spangenberg (págs.. 13-21)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario