martes, 27 de octubre de 2015

Zas


Fotografía: Miguel Morales
por Roberto del Río

Y de pronto, ¡zas!, hay que detenerse. Estábamos proyectados al futuro a velocidad de vértigo, porque así son estos tiempos que corren -y nunca mejor dicho- vertiginosos en su afán de producir. Cada día todo está previsto con minuciosa antelación: todo segundo tiene asignado un cometido para satisfacer a ese depredador de tiempo llamado trabajo. Me acuesto con un organigrama en la cabeza y una foto precisa de mis planes para mañana. ¿Cómo convertir los instantes en moneda de curso legal? Pues de eso se trata. Y aunque esta presión me alivia de lo que podría ser más grave, el peso de la incertidumbre, siento que hay algo maligno en todo ello. A cambio de una rutina presidida por la eficacia la vida pierde color y adopta un gusto insípido. ¿Seguro que compensa?
Y entonces ¡zas! Un cortocircuito. Observo a mis enemigos habituales con una cierta ternura. A veces, sigilosamente, han conseguido boicotear planes de trabajo que yo había establecido con precisión cronométrica. La butaca, la guitarra, la bata donde estoy a punto de enfundarme. Hoy cuentan con eficaces aliados: el frío que ha llegado de repente, la lluvia en los cristales. Y una circunstancia tan inesperada que, por falta de costumbre, me obliga a indagar en Google para saber de qué se trata: la diferencia entre resfriado y gripe. 

Fotografía Miguel  Morales
De verdad que he perdido el hábito de distinguirlos, pero desde que he sabido que es uno de ellos me he entregado a preparar el ambiente. Quedan suspendidas todas mis actividades para este lunes -que se prometía intenso- y para el martes frenético que me esperaba en el horizonte. Abrigado, me hundo en la butaca a la luz de la lamparita y rodeado de esa lectura pendiente que un día tras otro pospongo por alimentar el buche del “trabajo” -tal vez el verdadero enemigo. Curiosamente, la vida cobra sentido. El cansancio es dulce. Una tisana con miel es pura ambrosía. Tengo bula para dormitar mientras la radio que nunca puedo oír suena alegremente. Torres de revistas en inestable columna se alternan con prendas de ropa fuera de su sitio, aunque debería decir que en un día como éste no ambiciono otro paisaje que el desorden: hace que me sienta habitante de mis dominios. Renunciar a inscribir en las horas de hoy y de mañana todo un currículum de productividad colma mi espíritu con el sabor de la rebeldía. Embargado de ardor revolucionario accedo a la maquinaria del tiempo e introduzco una piedra entre los engranajes. Y ¡zas!, todo se detiene, empezando por mi culpabilidad. Viva la huelga, murmura una voz que reconozco como la del catarro o la mini gripe, que aún no he decidido lo que es. Viva la huelga y mañana, o mejor pasado, será otro día. 

Fotografía Miguel Morales

viernes, 9 de octubre de 2015

Quiénes somos


Fotografía: Miguel Morales

He aquí un clásico en las páginas web, la presentación de los habitantes de la trastienda. ¿Por qué ahora? Bueno, ¿alguien se ha preguntado por qué los grupos de rock presentan a sus componentes bien avanzado el concierto? En cambio nosotros sólo llevamos cuatro piezas.
Cumpliendo, pues, con el protocolo, vamos a desenmascara al equipo de dos que escriben este blog: Beatriz Rey, madre e impulsora de la idea y la que presta su nombre al proyecto, así como autora de las entradas que llevan su firma. Y Roberto del Río, administrador, redactor y autor de los artículos firmados con su nombre.
Además de su participación en el blog, ambos son psicólogos y con larga trayectoria profesional en sus consultas, Beatriz en Santiago de Compostela y Roberto en Pontevedra.

Foto: Miguel Morales

Beatriz se orienta hacia la psicología humanista y existencial. Este enfoque se centra en la búsqueda de lo que hay de sano y creativo en las personas, y en conseguir que esa parte sana se abra paso a través de la problemática específica de cada uno. La guía a seguir son las emociones, el cuerpo y su lenguaje. Beatriz trabaja tanto en terapia individual como grupal. Para una panorámica más amplia de su actividad profesional podéis consultar su perfil.
Roberto del Río lleva más de veinte años trabajando en su consulta. Su enfoque es ecléctico, aunque tiene como referentes la terapia cognitivo conductual y el análisis transaccional, disciplinas de las que ha impartido varios cursos. Fundamentales en su vida y en sus quehaceres son también la escritura, la pintura y la cocina vegetariana, por eso ha querido mencionarlas en esta presentación (y en contra de la opinión de algunos de sus amigos, que creen que no viene a cuento).

Fotografía: Miguel Morales

También cuenta este blog con una colaboración excepcional, Miguel Morales, fotógrafo del que puedo atestiguar que se colgó la cámara al hombro a los catorce años y aún sigue ahí -la cámara-, tal vez formando ya parte de su anatomía -la del fotógrafo. Miguel nos surte puntualmente del mejor material gráfico que podríamos imaginar para nuestros sueños blogueros, y así éstos, sin más dilación, se ponen en marcha.
Esperamos ser capaces de confeccionar una página que resulte de interés y provecho para los lectores, seria, didáctica, original y, en la medida de lo posible, divertida. O al revés: divertida, original, didáctica y, en la medida de lo posible, seria. O ambas cosas, que aunque parecen divergentes en realidad se complementan. Y gracias por leernos.

Foto: Miguel Morales

jueves, 1 de octubre de 2015

De deudas y partituras


Fotografía: Miguel Morales

por Roberto del Río

Me han dado la noticia de que una amiga acaba de dejar su carrera universitaria por la música. Cursaba segundo de Derecho, y justo antes de empezar las clases y ya con su lugar de residencia apalabrado ha decidido dar la vuelta y regresar. Retomará sus estudios de piano que había interrumpido por la Universidad, aunque parece que lo primero es grabar un disco aprovechando la reciente adquisición de una guitarra electroacústica; o más bien al revés, la estupenda guitarra de categoría profesional no llegó a las manos de mi amiga sino tras los apasionantes planes del disco.
O un poco de todo, pues este cambio de rumbo no surge de un arrebato, aunque este último ayude a dar el paso definitivo. Si ella retornó a su gran vocación supongo que habrá sido tras entablar una lucha -y vencer- contra sus proyectos universitarios. Estos eran estudiar Derecho e ingresar en el ingrato club de quienes hacen oposiciones a Notaría. Parece un tópico, pero no lo es. Tal era el plan supremo.


Fotografía: Miguel Morales

En su mente lo tenía todo estructurado. Se veía sacando limpiamente curso tras curso. Licenciándose. Encerrándose con una montaña de libros entre su habitación y la biblioteca hasta aprobar las oposiciones. Y ya más tarde, victoriosa, se veía en un elegante despacho estampando sellos y firmas: aquello para lo que se había preparado. Dando fe.
Había sintonizado sus emociones con las exigencias de cada paso hasta lograr el objetivo. Sentía como si lo que estaba por vivir no fuera una mera hipótesis. Sufría, se alegraba, las famosas mariposas que a veces pueblan el estómago se convertían en dardos antes de volverse de nuevo lepidópteros y a continuación sables. Había establecido un compromiso firme con el futuro que incluía presión y sacrificio. Y también renuncia de otras cosas. Tal vez había contraído una deuda emocional.

Foto: Miguel Morales
O quizá no. Supo parar a tiempo antes de hipotecarse, y no exagero con la palabra. Una deuda emocional supone un compromiso tan estricto como la compra de un inmueble, sólo que la moneda no es un círculo de metal ni un papel más o menos arrugado -contado en millones, claro-, sino unas abusivas cuotas -también en millones- de sobreesfuerzo y estrés crónico. Una buena deuda emocional en manos poco habilidosas puede arruinarte la vida. Como mínimo te puede conducir a la frustración y al agotamiento. ¿Crees que vale la pena?
Mi amiga no asumió la deuda. Se libra de cuotas emocionales y de sinsabores, aunque nadie ha dicho que la vida sea fácil ni la música un camino de rosas (aunque sí más melodioso). Se libra de lo que en Análisis Transaccional se denomina Argumento, rígido e impuesto, y lo sustituye por Metas de vida, saludables y escogidas libremente. Bravo por ella.
Deuda, Argumento, Metas: en el marco de las felicitaciones a mi amiga por su decisión, esto es todo cuanto queríamos decir. Y fuera de ese marco hablaremos otro día, que no será por falta de tema ni de artículos futuros.
Y en cuanto a la valiente que ha rehusado la deuda, que las musas le acompañen en su nueva partitura.